A veces el asfalto también cuenta una historia y el panorama habla por sí solo. Un motociclista avanza entre baches y grietas, obligado a zigzaguear para no caer en un pozo. Autos y camiones se mezclan en un tránsito espeso, mientras cables, árboles y carteles se enredan a los costados. El cuadro resume lo que muchos tucumanos sienten al transitar por la ruta 301, un camino donde se cruzan el crecimiento urbano sin orden y la precariedad vial.

Este trayecto no sólo conecta Lules con la capital, sino que también une los contrastes contemporáneo de la provincia. El que se debate entre el progreso industrial  y la tragedia potencial.

Rubén Gerván viaja todos los días en moto desde Lules a San Miguel de Tucumán. Dice que ya perdió la cuenta de los baches que debe esquivar a lo largo de los kilómetros que separan su casa de su trabajo.

“Frente a la fábrica de bebidas que se encuentra en el camino, las condiciones son deplorables. Después sigue todo el trayecto hasta San Pablo, lleno de pozos. Yo tengo que ir casi por el medio de la ruta, porque por la orilla están todos los cráteres”, describe.

El hombre afirma que esa situación sería una de las principales causas de accidentes: “Muchos motociclistas se caen porque intentan esquivarlos o los agarran de golpe”.

Rubén no es el único que enfrenta ese escenario. José Molina quien se mueve entre Lules y la capital, y Cristian Magallán, que viaja a diario hasta Famaillá, coincide en que el tránsito es cada vez más denso y desordenado.

“En las horas pico no parece una ruta provincial, parece un camino vecinal. Nadie puede ir a más de 60 kilómetros por hora y no se puede pasar porque todo el tramo tiene doble línea amarilla. Es un embotellamiento constante”, cuenta Molina.

CONCURRIDO. Por la zona transitan desde camiones con citrus hasta carros tirados por caballos. LA GACETA/ FOTO DE ANALÍA JARAMILLO

Magallán en tanto, confirma lo que vive Gerván. “Los que usamos el trayecto de forma cotidiana, sabemos que cuando vemos motociclistas cerca, hay que prestar mucha más atención porque en cualquier momento pueden hacer un movimiento peligroso para esquivar un bache”.

En tanto, mientras estos viajantes frecuentes siguen hacia sus destinos, a los costados del camino se levantan barrios que crecieron sin planificación. La expansión urbana alcanzó zonas que antes eran rurales, y muchas familias viven a metros del pavimento, expuestas al tránsito pesado. “La mala señalización es otro de los problemas de esta ruta, sobre todo para quienes vivimos por aquí, porque basta un segundo de descuido para que se produzca un accidente”, agrega Elvira Rearte quien tiene un pequeño negocio a metros de la 301.

Obras y puntos críticos

El comisario Juan Carrizo, subjefe de la Unidad Regional Oeste, confirma que aunque algunos sectores fueron mejorados en los últimos meses, hay puntos que aún causan conflictos.

“En el tramo que une la capital con San Pablo se colocaron complejos semaforizados para facilitar las salidas en las zonas urbanas de El Manantial y la misma San Pablo. Además, se está ensanchando la calzada en Punta del Monte, lo que ayudó a mejorar la circulación”, detalla.

No obstante, advierte de un sector que aún tiene banderas rojas para los agentes policiales. “La curva de Malvinas, entre Lules y San Pablo, es una de las más peligrosas. Ahí hubo varios siniestros, sobre todo de noche. Se iluminó la zona y eso ayudó, pero también hay que reconocer que muchas veces también hay fallas humanas además de las estructurales”, subraya.

RIESGO. Los motociclistas esquivan las zonas mal pavimentadas intentando evitar accidentes. LA GACETA/ FOTO DE ANALÍA JARAMILLO

Un pedido de planificación

Para los expertos el problema parece el exceder al mal estado del pavimento. Detrás hay una falta de planificación que atraviesa jurisdicciones, competencias y hábitos culturales. En mayo de este año, la asociación civil Meta Tucumán impulsó durante el “Foro Tucumán Responsable” la creación de una mesa intersectorial de coordinación vial, para reunir a organismos del Estado, universidades y organizaciones sociales.

“Le pedimos al gobernador Osvaldo Jaldo que conforme un espacio de trabajo conjunto. La siniestralidad vial no se resolverá de un día para otro, pero hay que pensar en políticas a largo plazo. Hay que reducir la cantidad de muertes”, explicó Francisco De Rosa, referente de la organización, a Panorama Tucumano.

Los números que alarman

Según datos del Observatorio de Siniestralidad Vial de la Nación, Tucumán es la quinta provincia con más muertes por accidentes de tránsito del país. Y dentro del mapa provincial, el departamento de Lules ocupa el tercer lugar en cantidad de víctimas fatales.

La estadística refleja lo que los vecinos viven cada día. Una ruta saturada, con un flujo que combina zonas rurales, industriales y urbanas, sin la infraestructura necesaria para sostenerlo.

Y aunque en los últimos años se hayan hecho parches y obras parciales, los motociclistas como Rubén siguen viajando cada día con la misma frase en la cabeza: “Hay más luz, sí... pero sólo para ver mejor los pozos”.